lunes, 24 de junio de 2019

En silencio para nous

Vi los ángeles descender
Luces incesantes en vitrales de aura
Y en cada ruego asolado a mi sombra inconsciente
Atado a presagios inciertos y no furtivos aguardaba

Vi los ángeles cuando nadie los ve
Y llevaban consigo vestigios de vidas
Vidas pasadas y perfectas en equivocaciones mortales que laceran
Vidas que huyen y se aferran y las nuestras.

Vi los ángeles en dualidad
Por la sinergia en la marca de algún desolado dios
Y entonces, cremaron sus alas en búsqueda de respuestas
Ajenos al sufrir, perecieron al vacío de la vida en soledad

Vi algunos ángeles intentando recordar
Y los vi queriendo volver y orar por la vida después
Algunos, muy osados, encontraron al nous
Y partieron lejos, muy lejos de este agobiante ahora

Mientras las cicatrices matizan al ocaso gris
Tus huellas continúan surcando ligeras en confines de mis pensamientos
Mientras cada retazo de recuerdo consigue vibrar al sonido de tu voz
Abrazaré la lluvia como único arpegio eólico de mi respirar incipiente
Como anhelos en gentil reclamo para el cielo.

martes, 26 de julio de 2016

En Parsimonia, su cura...

Y recuerdo que, en las alturas de aquel amanecer, los párpados se iban en caída libre, aunque persistentes a la combativa necesidad por vagar atento como los estándares mortales, pero arremetido fui por los ecos, ellos; victimarios ensordecedores, crujiendo en sus rieles mis huesos. Ante esa amenaza desaforada, sobre el suelo de aquella montaña, me ofrecí al consuelo del letargo de mis pensamientos, tan eminentes fueron que incluso REM despertaba en ira con la llamada del sol naciente, pero en vano resultó su admirable esfuerzo que, incomprensible por mi adiós a un dormir en quietud; preguntaron a coro estremecedor: - ¿Cuándo, en lo profundo de tu humanidad, solo buscabas la exhalación del descanso más congruente al ser?, con una muralla de palabras que se apresuraron en torrente verbal, preferí escupirlas fuera de su alcance, como cenizas vistiendo los frailejones, antes que excusarme por un errático padecimiento.
Y recuerdo que, en extraña transición hacia un costado de la pena se hicieron, silbaron en susurro la brisa de aquella mañana, tan sutil audiencia ante las quejas de un lastimero corazón que soportó la fuerza más pura del amor, y que soportó el duelo más desafiante y tajante como un despectivo del velo que, adrede; mis ojos vistieron. Y fue así, hasta que el sueño profundo pudo absorberme por sobre la planicie y entonces fue tan ligera y reconciliadora cura para el alma por ese fortuito y efímero encuentro entre mis pies, con el aire frio, elevándose por la cúspide de las montañas que miraron aún más alto, y los avatares asintieron, fueron halagos para el cielo. Justo en ese momento la existencia dijo: - “esa es la sensación más cercana a la serenidad del ser, la paz que el alma busca lejos de lacerantes memorias terrenales”.
Pero la ingratitud de la vida se viste sensual ante la eucaristía kundalini, la banalidad del recuerdo exploró por senderos más oscuros y recónditos de los pensamientos, como estandarte fulminante para un congraciado ser con su fe. El aroma del pecado nuevamente se escurre entre lejanos pero predecibles otoños y bailan y seducen cerca a mis canciones en días grises, su extrema confianza no vacila, ella va segura de su victoria succubare, pero olvidó los atavíos que ofrece la experiencia de un lastimero corazón que soportó la fuerza más pura del amor y que soportó el duelo más desafiante del rencor hecho conciencia. Mi alma, provista está de las intenciones conforme surja la necesidad de supervivencia, ahora conozco de bondad plena y de arrogancia casi absoluta, por eso ante cada intento de amenaza, en parsimonia hallo cura para el ser.

sábado, 15 de agosto de 2015

...y así los días demasiado largos, terminan amenos.



- Es solo basura, vas a llorar por un pedazo de bolsa?; - le decía una madre a su infante, no mayor de los tres años seguramente, lo cierto es que era desconcertante verlo llorar de una manera tan doliente porque le arrebataron y arrojaron la bolsa, la de las frituras de queso, las que había comido no hace mucho. Y entonces aquel niño se aferraba con sus pequeñas manos sudadas, aceitosas por causa del interior de la basura, la bolsa; no se desprendía de la ventana, el vehículo continuaba rodando y él, envuelto en llanto, sollozando, sus lágrimas ahogaban sus cuencas y muy estrepitosa su nariz, más por la congestión de tanto llanto, no había consuelo, la madre tenía más interés en escuchar a su compañera de asiento y saber por qué Nathalia de pronto quería matrimonio, - eso es una barriga, para que nadie hable de la niña de la casa que termina el bachillerato y le dieron diploma “honorífico” - y entonces fue cuando sus sarcásticas risas opacaron por segundos el llanto de aquel niño, que continuaba siendo ignorado y fue entonces que yo, como el espectador un puesto más atrás me preguntaba, ¿ella no hará nada por callarlo?, pero su lastimero no cesaba y más que esperar por lo que se consideraba obvio quise intentar entender al muchacho de tres años, para él, fuera la razón que tuviera, la bolsa del pepito tenía un gran significado, tal vez lo asocia con un momento especial de compartir y afianzar lazos con su madre, o simplemente deseaba estrujar la bolsa una y otra vez, quien puede saberlo, hace mucho que no tengo tres años.
Vaya que me ha dado una gran lección aquella escena, la tragedia es relativa, como todo lo demás en nuestras vidas, sujeto de condiciones y circunstancias particulares. Para el tema de conversación de aquellas adultas, Nathalia vivía su propia tragedia de ser madre en plena adolescencia, en cambio el pequeño tiene que lidiar con la tragedia de perder la bolsa, la que su madre a regañadientes le decía que era solo basura. Estoy seguro que para el niño representaba tesoro, de no ser así no insistiría con tanto llanto, seguido en mis notas mentales me apresuré a argumentar, debe ser apego, leí sobre ello en la Universidad y las diferentes etapas del desarrollo del ser humano,  pero; ¿por qué ha de originarse?.
            Seguíamos rodando por la carretera en aquel vehículo, no pude enterarme más sobre las hipótesis planteadas por la madre y su acompañante de asiento respecto al repentino matrimonio de la adolescente, en cambio prefería oír a Norah y la pista proyectándose entre mis auriculares “the long day is over” y vaya que había sido un día muy largo en lo que solo esperas llegar a casa, comer algo y que el cielo rompa en llanto para conciliar el sueño en estrépito, ése pensamiento me sacudió el letargo descanso mental que me obsequiaba, ¿y el llanto del niño? de inmediato me llevó a buscar a quien momentos antes insistía a rabietas en recuperar lo perdido. A la ventana ya no estaba como escena de trágico film, en cambio, en los brazos de la madre estaba entretenido con un llavero, eran como tres llaves, un destapador con la foto del hijo y una letra grande, intuí que sería del infante, pues tenía cara de llamarse por "J”, no pude observar más ya que lo menos que quería era que las dos mujeres se sintieran incomodadas al preocuparme por los problemas del niño, bueno, la curiosidad es de todos, o ¿no?. El tema de conversación sobre Nathalia llegó a su fin, la acompañante de la madre advierte al conductor que se baja del vehículo en la siguiente parada, al mismo tiempo que nuevos pasajeros abordaban la unidad de transporte, una sexagenaria, bastante excéntrica con un vestido de flores enormes, un cinturón de un rojo peculiar y prominente y además con un sombrero de paja, (poco común en las abuelas de mi entorno), y no es que tenga, de hecho solo conocí una sola. La señora dirigió su atención hacia el puesto vacío al lado de la madre, -es un angelito, mírenlo tan tierno y quietecito; sin duda que no tiene idea del histrionismo dramático del chico, debió presenciarlo…
            Su extrema quietud a mí me generó inquietud, ¿dónde quedó aquel sufrimiento por la pérdida de lo tan anhelado? Llorar por una bolsa de pepitos, que apego tan sencillo de superar, pues él ya había conseguido reemplazarlo por el llavero, muy entretenido estaba, ¿qué ocurrirá si la madre se lo arrebata?, se repetirá la escena pero con la fijación en otro elemento?, solo se sabrá si la madre procede antes de abandonar el vehículo, si no es que yo deba quedarme antes. De inmediato me percaté que recibía otra lección, el apego existe pero debe ser momentáneo, dura lo que deba durar, sin darle mayor preocupación. Él perdió su bolsa de pepito y ya nada podía hacer para recuperarlo, aunque fuera consciente de la situación en el vehículo no habría una venta de pepitos, así que no lo llora más, ahora las llaves son su entretenimiento. No supe que habrá pasado con la madre y el hijo, si éste lloró cuando le arrebataron las llaves o no, tuve que dejar el transporte antes que ellos…
            Ya ha pasado mucho tiempo desde que no protagonizas a mi lado y el dolor se ha ido, ha cesado. Conseguí depurar tanto que a ti me retornaba en memorias, conseguí reorganizar los recuerdos y engavetar los que eran muy prominentes, los que eran contigo, simplemente comencé a verte como la bolsa que perdía aquel niño por la ventana, te fuiste y no hay una venta de personas como tú para reemplazarte, aunque la hubiera, no lo haría. El apego debe durar lo necesario, es por ello que en mis líneas ya no ocupas espacio y vas careciendo de crédito. En lo posible suprimo tu paso en mi historia porque esas esquirlas que dejaste con raíces, de vez en cuando las podo y así los días demasiado largos terminan amenos.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Prisionero de tus memorias como las tuyas mías son

            Inicio este escrito formulando una interrogante: ¿podrían los vicios mortales borrarte de mí? Esas son las creencias que envisten desafiantes para poder aferrarme de una excusa que permita expandir los tramos que nos habían unido. Me he permitido pensarte más de lo que pueda laborar las ideas a diario, y me he permitido evocarte más de lo que figuren las fantasías más abstractas, porque ellas son muy tentadoras, siempre te traen de vuelta en el mejor de los escenarios, pero basta con volver a ahogarme por la premura de un suspiro nuevo para centrarme otra vez en lo cotidiano. Entonces conspiro en mi continuado refugio de desprestigio a ti, pero no tardo en definir que son las excusas para vislumbrarte como algo muy negativo, y eso no es cierto, no hay nada extraordinariamente malo en ti, solo acciones propias de los seres humanos, no te juzgo, ese no es mi propósito.
Las evidencias son muy fuertes, las memorias, ellas te traen a mi y no permiten que te deje ir, son la causa que admiten valorar momentos ya vividos que para mi pérdida de voluntad, en ti solo fueron momentos de exaltación fugaz. Las fechas, para ti fueron de mucha importancia recordarlas, yo solo mantengo una y cada navidad será imposible no traerla a mi presente, sin tu presencia, la que aun no concibo reemplazar. Sin embargo resalto los momentos, porque ellos fueron los que me dijeron que tú serias mi felices para siempre, porque ellos me cautivaron en tu esencia en esos continuos días a tu lado, y ellos fueron ostentosos, porque permitieron que burlara la fortaleza de mi desconfianza para sentarla únicamente en ti, como aquella ocasión en la que de tu boca palabras imperecederas lograron capturar la imagen de aquel lugar, en el que dreno mi espíritu y purgo mi alma, ese que desee compartir contigo y fue cuando dijiste que no sabrías si estaríamos juntos o no, pero lo guardarías contigo y fue el beso más sincero que haya recibido.
Las evidencias son muy fuertes, las memorias, ellas te traen a mi. Como quisiera poder contemplarte como un observador ausente en los momentos de tu soledad, únicamente para saber si evocas tanto de mí como yo de ti, solo para saber si puedo mantener la esperanza en que no fui el único que apostó por tanto y que ahora se queda con un poco menos que nada. Solo quisiera saber si te duele tanto como a mí la premura de una ruptura que no se comprende. Mis recuerdos intactos están, son un concilio para no sentirte tan distante y se que si fijaras las palabras en aquellas memorias que has dado por perdidas, tal vez seria posible que nos halláramos juntos de nuevo y para cuando esa fantasía tentadoramente impredecible sea realidad, prepararé la noche y volverás con el cambio de luna, y es porque no puedo evitar la mística que me produjo amarte y que hace que te recuerde como la fuerza misma que me mantiene fuera de este mundo. Que si los vicios mortales podrán borrarte de mi? Jamás! y es que resulta más fuerte ser prisionero de tus memorias como las tuyas mías son.


domingo, 15 de septiembre de 2013

Extintos los continuos amaneceres de aquellos días entre diciembre y enero...

       Ya no gozo del privilegio que me habías dado y es prudente extrañar la postura que ostentabas en trémulo deseo, en libido desafío, y en ese; tu singular sigilo y entonces como el invitado que vistiera tu belleza, fui a treparme por la aventura que insinuaron tus piernas. Ahora y en este ambivalente y extraño presente, ausente de mi todo estas tú. Me ardes en la piel, queman los idos recuerdos de tus besos y a solas en memorables noches, como velo de niebla, giran anhelos que a mi encuentro vienen como deseos ya vividos y solo para postergar mi soledad una vez más.

       El privilegio ya no es mio, ya no cuelgo en tus recuerdos, ya no vuelo sobre las formas de tu dilatada concupiscencia. Quedan solo metáforas diluidas en mi incesante espera, ésa que me dice que tal vez caminas senderos con un lejano retorno a mi idilio, ésa que me recuerda cuanto vales la pena, ésa misma que hoy revela una herida que aún no cicatriza, ésa que se compadece y me brinda algo de paciencia cuando recuerdo los extintos y continuos amaneceres de aquellos días entre diciembre y enero...